8 marzo 2019 / por Orliana
Alicia B. Pizarro Domínguez.
Marzo 2019.
Para todas mis compañeras ontológicas de este y otros horizontes…
La literatura nos permite entender el mundo y las personas, el cine también, aunque el acto de leer e imaginar es distinto al de presenciar en una pantalla. El tema que traigo es una mezcla de ambas vivencias. Pamela Lyndon Travers (1899 – 1996) crea un personaje que, no solo ha marcado mi vida y la de muchos, sino que aporta rasgos necesarios para el reto que las mujeres enfrentamos hoy. Es Mary Poppins que, vestida como institutriz inglesa de comienzos del siglo pasado, trae consigo las fuerzas femeninas que quiero destacar. Recomiendo leer el libro, no quedarse solo con la o las películas, y pido permiso para hacer un poco de memoria.
Debo haber visto la primera película que hizo Disney sobre este personaje, más o menos a los ocho años. Me veo saliendo del cine con una sensación de reivindicacióninexplicable, como una paz ajena, o como una esperanza de otros. Me quedó nítida la conexión entre su maleta llena de enseres imposibles, saliendo con la misma naturalidad y alegría con la que mi abuela llegaba desde Venezuela con un baúl repleto de sorpresas.
A los quince años, al revivir la película, me consolaba pensar que podría sumergirme en una baldosa de cemento pintada con tizas, y encontrarme en un parque colorido, seguro, lleno de gente contenta. A los veinte, embarazada de mi primer hijo, redescubrí el poder de hablar con los pájaros, como Mary Poppins. Sentía con mucha claridad como los árboles y los animales le hablaban a mi niño, y todavía hoy siento que nos acompañan con sus mensajes aéreos.
A los treinta, viví el levitar con la risa, a través del baile y la música, como lo hacen en la casa del tío de Mary Poppins. Sobre los cincuenta la figura de este personaje creado por P.L.Travers me regala la aceptación de la sabiduría, y ya casi llegando a los sesenta veo su rostro, como el mío, oteando el horizonte y sintiendo que el viento del norte viene y que tal vez llega pronto el momento de abrir el paraguas otra vez y salir volando.
Mary Poppins es mucho más que solo una imagen compañera. Es una representación, escrita en palabras para niños, de lo que es ser mujer en este siglo, por eso creo que es mejor la experiencia que brinda el libro. Allí se entiende que las fuerzas de la feminidad, tan temidas y reprimidas, son hoy una clave para darle curso a la evolución de nuestra especie. Cambio fundamental si queremos dejar planeta para los que vienen atrás.
En este especial 8 de marzo nos regala sobriedad, equilibrio, fortaleza y desapego. En nosotras las mujeres la conciencia de la ciclicidad de la vida, nos viene del cuerpo. Y aún, cuando nuestra actual forma de vida nos desajusta y separa de esa percepción básica, la invoco hoy, para vivir esta fecha de una manera reflexiva y profundamente femenina. La imagen de Mary Poppins alejándose de la casa donde sembró esperanza con su magia, con esa dignidad que representa su paragua abierto me permite celebrar el ser mujer, en toda la profundidad de su gracia y su misterio.