8 febrero 2018 / por Orliana
Desde el coaching ontológico, Natalia Calle, socia y gerente de Newfield Consulting Colombia nos habla sobre algunos de los aprendizajes que deben incorporar quienes están tomando un nuevo rol de liderazgo.
En el mundo empresarial, el desarrollo de carrera y la posibilidad de asumir nuevos desafíos en la organización son fundamentales para promover el crecimiento de los colaboradores. Hoy, los equipos de recursos humanos han puesto gran énfasis en este aspecto, y en muchas instituciones optan por incentivar la movilidad interna entre quienes tienen las competencias para asumir nuevas responsabilidades.
Quien obtiene un cargo de liderazgo dentro de la misma organización suele pasar por una etapa de aprendizajes profundos, no solo en relación a sus pares, sino también con respecto a su propio rol en la empresa. Natalia Calle, socia y gerente de Newfield Consulting en Colombia, quien ha desarrollado su carrera como coach ontológica apoyando a los ejecutivos que deben enfrentar estos cambios, nos habla de tres importantes consideraciones a la hora de ocupar cargos de alta dirección:
Para Natalia, el proceso de asumir un nuevo desafío en la empresa implica comprender que cada cargo tiene una “investidura” que les permite apropiarse del nuevo rol. “Los directivos suelen estar siendo observados por los grupos de interés de la compañía, y generalmente están modelando comportamientos, prácticas y formas de dirigir. Un primer aprendizaje es ese, asumir que tienen un gran nivel de visibilidad y que sus acciones son modelos para las personas con las que se relacionan, principalmente con quienes dirigen”. Por lo mismo, uno de los primeros trabajos personales del líder es construir su nueva identidad pública, y ser muy consciente de que esa identidad se proyecta en una imagen frente a los demás.
El nuevo líder necesita comprender que los resultados se logran en equipo, y para eso debe construir condiciones que les permitan alcanzarlos. “Para ello, debe entregar los recursos necesarios en los equipos –además de financieras y emocionales “de infraestructura y otras competencias”- para que las personas que componen su equipo, junto con el líder, logren los resultados esperados”, comenta Natalia.
El nuevo cargo directivo generalmente trae consigo un mayor grado de soledad, que viene dado a raíz de la confidencialidad de ciertos temas que el líder tiene que manejar y no puede compartir con sus equipos o sus pares. Para Natalia, “este es un aprendizaje doble, porque por un lado está la aceptación de esta soledad, pero por otro lado está el desarrollo de la capacidad de crear círculos en donde pueda confiar e instaurar un estilo de liderazgo más horizontal que le permita confiar y compartir con los integrantes de su equipo”. Para lograr este objetivo, el colaborador debe desprenderse del rol de líder resolutivo y aceptar que no tiene que tener las respuestas a todos los problemas. “Esto implica soltar el control y abrir espacios de participación que le permitan reconocer y validar competencias y liderazgos dentro del equipo, para poder darles voz”, finaliza.